Historia de Onís

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Historia de Onís | Etnografía | Datos básicos | Historia | Benia de Onís | Onís | Comarca del Oriente de Asturias | Oriente de Asturias | Montaña de Asturias | Asturias | Principado de Asturias | España | Europa.

Descripción

Puede Onís legítimamente enorgullecerse de ofrecer abundantes y preciosos testimonios que evidencian una personalidad histórica de primer orden dentro del contexto regional del Principado de Asturias. Los vestigios más importantes de época prehistórica son los de la cueva La Peruyal, más conocida como Cueva del Oso, localizada muy cerca de Benia de Onís. Contiene los restos fosilizados de lo que hasta no hace mucho se creía un oso de las cavernas. Según las últimas investigaciones llevadas a cabo por la doctora Ana Pinto, el esqueleto corresponde a una cría de rinoceronte lanudo.

Ya en la lejana época del Paleolítico, las numerosas cuevas o cavernas sustentadas por la formación cárstica del suelo evidencian abundantes huellas del poblamiento humano de este territorio. Grutas como Vitatrescueva, Valpori o Quiliama son un claro ejemplo de paleolíticos asentamientos humanos; otras muchas, de incalculable valor, se encuentran en fase de investigación.

En la época del Neolítico y la Edad del Bronce, Onís ofrece uno de los mejores ejemplos de la conquista de los espacios de montaña por las gentes megalíticas. Los pobladores van ascendiendo y ganando terreno, comenzando las primeras prácticas ganaderas y pastoriles de las comunidades neolíticas, que desde aquella lejana etapa histórica marcará el devenir de las gentes de Onís a lo largo de los siglos.

El yacimiento de Gamonedo y la mina El Milagro (cercana a Bobia de Arriba, donde aparecieron los conocidos como cráneos verdes y también un jarro de la época visigótica), son los vestigios legados por los pobladores prerromanos. El denominado tesoro de Gamonedo, un documento de singular valor, lo componen un hacha plana, diez lingotes de fundición y fragmentos de metal, cuyo cobre representa una alta proporción de arsénico. Éste, utilizado para evitar porosidades y conferir dureza, testimonia el primitivismo de la fase metalúrgica (Bronce antiguo). El mejor exponente español de laboreo del cobre en época prehistórica, junto con la mina del Aramo (concejo de Riosa), es la llamada mina El Milagro o Consuelo, sita en Valdelamesa, que descubrió sus antiguas galerías cuando, en el siglo XIX, se inspeccionó para una nueva apertura. Schulz y Fuertes Acevedo citaron con prontitud los prehistóricos trabajos y materiales descubiertos; en 1888, el segundo daba cuenta así del hallazgo: «en el fondo de las antiguas labores se encontraron restos humanos, cráneos que se supone pertenecientes a la raza céltica pero que nosotros creemos mucho más antiguos dadas las incrustaciones calizas de que se hallaban revestidos, trozos de piqueta de astas de ciervo y otros grandes rumiantes y muchos martillos hechos de la misma asta». Los filones de cobre, rico en plata, ya habían sido explorados en el Bronce antiguo, quedando de testigos una metálica hacha plana, tres mazas de piedra —cantos rodados con acanaladuras para el enmangue—, martillos de cuarcita, dos picos-martillo de asta de ciervo —la parte basal servía de martillo; la punta, de pico— con perforación de empuñadura y cuñas de hueso. También aparecieron restos humanos, tal vez mineros aprisionados por un derrumbe, tal vez enterramientos, al considerarse la mina un recinto funerario.

Contemporánea de El Milagro es la mina de cobre de Avín, donde se hallaron, igualmente, útiles de piedra y asta.

Así pues, esta tierra abunda en indicios de la existencia de asentamientos humanos prehistóricos, que al correr del tiempo tomarán nombre cuando se escriba que, allá por el siglo I, en el «apacible, ameno y recatado Onís» penetran los Vadinienses, prerrománica tribu de origen indoeuropeo, de probados jinetes y guerreros, que, en busca de un clima benigno y ricos pastos, finaliza su larga migración desde la Europa central para quedar permanentemente asentada sobre las riberas del río Güeña. Aquí se funden con los pobladores autóctonos, dando origen a distintas gentilidades que ocuparon la zona e instauraron una peculiar cultura, producto de la adaptación del lenguaje, la religión y las costumbres vadinienses a los ancestrales ritos y creencias de la zona.

El dominio romano se hace presente en esta tierra (19 a. de C.-411 d. de C.), como refleja la abundantísima toponimia al respecto, sin duda atraído por la riqueza minera de los Picos de Europa, pero tropieza con la ardua resistencia de estas gentes a perder su identidad, celosamente guardada, lo que implica su muy lenta romanización, siendo posible observar que las estelas vadinienses conservan aspectos autóctonos aún bien entrado el siglo III d. de C.; elocuente muestra es el único hallazgo epigráfico del concejo de Onís, la famosa Estela Flavia —procedente del pueblo de Gamonedo y hoy en el Museo Arqueológico—, de carácter funerario, consagrada a los dioses manes y dedicada por Dovidero a su hija Flavia. Formalmente, es similar a otras del concejo de Cangas, disponiéndose el texto en líneas enmarcadas por una cartela. En su base aparecen dos motivos propios de las lápidas vadinienses: una palma o árbol esquematizado y un caballo atado a él, símbolos ambos de la victoria del difunto sobre la muerte, idea que se ve reforzada por la presencia de la leyenda «Flavia vence» en el cuerpo del caballo.

Es probable, por la aparición de ánforas broches y picos, que la mina El Milagro continuara explotándose en época romana.

Por Onís hubo de discurrir la vía romana que, penetrando en Cabrales por los puertos de Áliva, recorría el surco prelitoral hasta Lucus Asturum, la actual Lugo de Llanera (entidad de población del centro de Asturias, a unos 7 km al N. de Oviedo). Su trazado, en buena medida coincidente con el antiguo Camino Real de Santander a Oviedo, deja a su paso por el concejo topónimos tan significativos como La Corredoria, cerca de Avín, y La Calzada, en Benia de Onís.

«Con mucha menos precisión se perfila el descubrimiento de varios objetos de época romana, que no fueron descritos, producidos al parecer en la gruta de Quiliama, cerca de Benia de Onís, que según Octavio Bellmunt [codirector de la monumental obra Asturias, editada entre 1895 y 1900] fueron donados al Museo Arqueológico Nacional» (Yolanda Viniegra Pérez).

Tras la retirada del pueblo romano, penetra débilmente el influjo godo (411-722). En la mina El Milagro se encontró un hermoso jarrito ritual visigodo, de estrecho cuello troncocónico, cuerpo ovoide y pie de progresivo ensanche; es un fiel indicio, por otro lado, de la temprana cristianización de aquellos vadinienses romanizados. En estos jarritos eucarísticos del siglo VII, inspirados en modelos del mundo copto, los oficiantes propietarios solían grabar su nombre.

Topónimos como Pelamoro, La Medina, La Matamorisca, etc., evocan, sin duda, que los vecinos de estas tierras fueron los primeros en acudir, allá por el 718, a la voz alzada por Don Pelayo en el monte Auseva llamando a la sublevación contra la invasión musulmana, que daría luego origen a aquel pequeño reino surgido a la sombra protectora de la montaña de Covadonga. El primer gran hecho histórico al que habría que referirse, por afectar aunque sea indirectamente a Onís, sería la batalla de Covadonga —con la que, según Ana Belén de los Toyos, comienza simbólicamente la Edad Media tanto en Onís como en el vecino concejo de Cangas—, pues tras ella, y siempre según el testimonio de autores como Sánchez Albornoz, los musulmanes huyeron atravesando el territorio de lo que hoy sería el concejo de Onís para descender al Cares por la canal de Trea; parece que majadas de Onís como Belbín, Arnaedo o Vegamaor fueron testigos de esa huida que la tradición y la leyenda hacen acabar muy cerca de Espinama (Cantabria), donde los musulmanes fueron sorprendidos por el argayo (corrimiento de tierra) del monte Subiedes. El propio escudo municipal quiere hacer referencia a estos hechos: la participación de Onís en el inicio de la Reconquista y el paso de los árabes por su territorio.

Del periodo de la Monarquía Asturiana nos llega alguna noticia de la vida pública local. Las referencias documentales al territorio de Onís encuentran su eco más antiguo en el Libro de los Testamentos de la Catedral ovetense, donde se nos dice que en el año 857 el rey Ordoño I y su mujer, Mumadonna, donaron a la Iglesia de Oviedo y al obispo Serrano el monasterio de Santa Olalla de Onís, hoy iglesia parroquial de Benia de Onís, y una extensa viña. A partir de ahí hay referencias varias acerca de Onís, aunque en 1115 aún el territorio esté incorporado al de Cangas; será en 1231 cuando haya una mención a Onís como entidad individualizada (bajo la jurisdicción de un notable representante regio, Sebastián Gutiérrez), algo que se repite en 1367, cuando participa en la hermandad de concejos que apoyan a Pedro I frente a Enrique de Trastámara. Otra referencia a Onís como entidad concejil individual procede de 1504, estando como tal presente en la Junta General del Principado y formando parte del partido de Llanes para la elección de diputados.

Resultan de especial interés las Ordenanzas Municipales del siglo XVI (1573), a través de las cuales conocemos que Onís, concejo por entonces ya con plena autonomía, se regía por dos jueces nobles y por los regidores de cuartos en que se organizaba el territorio (Avín, Benia de Onís, Villar y Bobia) y de tres escribanías propiedad de la Casa de Cebos —la familia más influyente en el término en los ss. XVI y XVII— y de la de los Estrada. Juan González de Cebos adquirió en 1611 las alcabalas (tributos en contratos de compraventa y permuta) de Onís por la cantidad de 67.000 maravedíes, traspasándolas en favor del concejo, y sabemos que, tiempo después, la blasonada Casa de Cebos fue convertida en hospital, durante la Guerra de la Independencia, para el ejército y las partidas que tan profusamente operaban en la zona.

Otras casas distinguidas tuvo también Onís, como las de Labra, Sarro, Moro y la principal de Noriega —o del Taranco, en el cuarto de Villar—, de las que sin duda surgieron ilustres onisenses, que prestaron sus servicios destacando en los más variados campos (militar, diplomático, científico, etc.), como D. José de Onís, cónsul de España en varios países, D. Ramón Pellico, arquitecto, o el médico D. Ildefonso Martínez, entre otros hombres de cuyo espíritu emprendedor y carácter generosamente vital participan hoy las gentes de esta tierra, como herederos de un pasado histórico singularmente excepcional, del que sin duda queda aún mucho por investigar.

En el Onís de la Edad Moderna la actividad ganadera y pastoril era el gran motor de su economía. Así, según el Catastro del Marqués de Ensenada, en 1752 constituían su cabaña 3.926 cabezas de ganado ovino, 2.549 de vacuno, 2.020 de cabrío, 1.408 de porcino y 18 de equino. En primavera las reses subían a los pastos comunales de los puertos de Onís, donde los pastores, instalados en las cabañas de sus majadas o vegas, elaboraban manteca y queso; ganado y cuidadores permanecían allí durante los meses estivales.

En las erías, agrupadas en la zona central del concejo (valle del Güeña), se sembraba escanda un año y, al siguiente, maíz con alubias blancas, plantando cáñamo algunos años. Muy valiosa era, asimismo, la aportación en fruto de los castaños, avellanos, nogales y manzanos —de los que, según Ensenada, no se hacía sidra.

En 1752 Ensenada inventariaba un total de 20 molinos harineros en funcionamiento, 4 fraguas y 2 almagreras, así como escasos oficios artesanos (8 sastres, 4 carpinteros y 4 herreros), más un maestro de primeras letras, un cirujano y un arriero.

En las postrimerías del siglo XVI (1594), su población alcanzaba los 194 vecinos; en 1643 había 333, 159 en 1694, y 188 en 1714; a mediados del siglo XVIII, el citado Catastro registra 404 vecinos; por último, el censo de Floridablanca contabiliza 1.136 habitantes en 1787; el 13,08% de los varones mayores de 16 años eran agricultores, el 4,9% labradores y el 8,17% restante jornaleros, lo que «evidencia la fuerte especialización ganadera de Onís» (A. B. de los Toyos). La vida de la comunidad se regía por los concejos o asambleas vecinales, cuya reunión tenía lugar, tras la misa dominical, en el campo de la iglesia parroquial de Santa Eulalia de Benia de Onís.

Como bien apunta De los Toyos, «la estructura productiva de Onís no acusó cambios importantes a lo largo del siglo XIX». El pastoreo y la agricultura —a la que se incorporó el cultivo de la patata para consumo campesino— continuaron siendo los pilares básicos de la economía municipal, a la que a fines de esta centuria y comienzos de la siguiente aportaban su granito de arena las industrias tradicionales de molinos y telares, minas de cobre, azogue y carbón o la novedosa fábrica de manteca y quesos de Benia de Onís. Había mercado semanal, los miércoles, y dos concurridas ferias de ganado y productos del país en Benia de Onís, cada 15 de mayo y 19 de octubre. Por su parte, la población siguió incrementando sus efectivos durante la segunda mitad de esta centuria; así, en 1857 tenía 1.174 habitantes y en 1900, 2.053 hab. Sin embargo, desde principios del XX se resiente de la marcha de «excedentes» poblacionales a América (a Cuba, sobre todo) y, dentro del territorio español, a Madrid y Andalucía entre otros destinos; el censo de 1910 registraba 2.241 habitantes; a partir de entonces comienza un imparable declive: 2.190 hab. en 1920, 2.041 en 1930, 2.000 hab. en 1950, 1.806 en 1960, 1.522 en 1970...

Durante la guerra de la Independencia contra el invasor francés, Onís padeció las calamidades de la invasión francesa capitaneada por el general Bonet, en dos episodios distintos, uno en mayo de 1809 y el último en 1810, haciendo de hospital del ejército el palacio de Cebos.

También sufrió Onís —donde el pretendiente don Carlos contó con adeptos— las consecuencias de las guerras carlistas: en 1835 pasó por el concejo una partida con tropas al mando del coronel carlista Arroyo y Flórez Collar, que incendiaron el archivo municipal.

La escasez presupuestaria llevó a proponer la supresión del concejo y su integración en Cangas en 1868, algo que salió publicado en el Boletín Oficial del Estado el 1 de enero de ese año y que rechazaron los vecinos.

A finales del XIX, el obispo Martínez Vigil reorganizó la diócesis, creándose las parroquias de San Antonio de La Robellada y la de Nuestra Señora del Buen Suceso de Bobia, que se sumaron a la de Santa Eulalia de Onís, la única existente hasta entonces.

Hubo durante la primera mitad del XX cierta actividad política animada por publicaciones locales como El aceite para el candil (1913), periódico republicano y anticlerical de A. Justo Rosete, y El candil del hogar (1915-1916), de carácter clerical, redactado por el párroco de Benia de Onís.

El período republicano se abrió con la victoria republicana del 14 de abril de 1931, mientras en 1933 triunfó la coalición de derechas y en 1936 el Frente Popular.

También la guerra civil afectó al concejo, que fue escenario de batallas como la de La Robellada (septiembre de 1937), donde el ejército asturiano resistió a las sublevadas tropas de la brigada Navarra V, aunque poco a poco fueron cayendo las distintas poblaciones del concejo mientras las brigadas navarras proseguían su avance hacia el Sella.

La etapa democrática se inicia el 15 de junio de 1977 con la victoria de la UCD, partido que logra el mayor número de votos en el concejo y repite triunfo en los comicios municipales de 1979, pero a partir de esta fecha las victorias del PSOE se han sucedido en las distintas elecciones locales.

En 1994 visitó el concejo (la pradería de Lindebobia) Felipe de Borbón, para hacer entrega a los pastores de Picos de Europa del Premio al Pueblo Ejemplar que otorga anualmente la Fundación Principado de Asturias, expresando su satisfacción por entregar el galardón a «unas mujeres y unos hombres que han sabido ganarse la admiración y respeto de todos por su abnegada y ejemplar lealtad a unas tradiciones y unos modos de vida cuyas raíces se hunden en el tiempo». Un monolito en el centro de la pradería recuerda esa fecha.

Bibliografía

DIEGO SOMOANO, Celso: «Onís», en Asturias a través de sus concejos, Edit. Prensa Asturiana, S.A. - La Nueva España, Oviedo, 1998.

FERRERO BERNALDO DE QUIRÓS, Manuel: «Onís», en Gran Enciclopeda Asturiana, tomo X, Gijón, 1970.

NUÑO PÉREZ, Fernando: «Onís», en Gran Enciclopedia Asturiana, Gijón, 1981.

RODRÍGUEZ MUÑOZ, Javier: «Onís», en Gran Enciclopedia Asturiana, tomo XX, Gijón, 1996.

VINIEGRA PÉREZ, Yolanda, y DE LOS TOYOS DE CASTRO, Ana Belén: Onís, colección «Asturias, concejo a concejo», edit. Real Instituto de Estudios Asturianos, Oviedo, 2000

Concejo de Onís

El queso Gamonéu y su festival, la mole del Cornión, la majada de Belbín, emblemáticas aldeas como Demués, Bobia o Gamonedo, gastronomía de primera y abundantes y nobles ejemplos de arquitectura asturiana… Así es Onís, un territorio de gran altitud.

Los concejos (municipios) que limitan con el Concejo de Onís son: Cabrales, Cangas de Onís y Llanes. Cada uno de estos concejos (municipios) comparte fronteras geográficas con Onís, lo que implica que comparten límites territoriales y pueden tener interacciones políticas, sociales y económicas entre ellos.

Comarca del Oriente de Asturias

Es la tierra asturiana que primero ve el sol, que tiene las montañas de más altitud de la cordillera cantábrica, los Picos de Europa, Parque Nacional, Reserva de la Biosfera y lugar donde se inició la Reconquista en España, concretamente en Covadonga.

La comarca está conformada por uno o varios concejos (municipios). En este caso: Amieva, Cabrales, Cangas de Onís, Caravia, Llanes, Onís, Parres, Peñamellera Alta, Peñamellera Baja, Piloña, Ponga, Ribadedeva y Ribadesella. Los concejos representan las divisiones administrativas dentro de la comarca y son responsables de la gestión de los asuntos locales en cada municipio.

Conocer Asturias

«Monumento Natural del Río Esva: Este monumento protege uno de los ríos más limpios y mejor conservados de Asturias. Es un lugar ideal para disfrutar de la pesca, el senderismo y el contacto directo con la naturaleza.»

Resumen

Clasificación: Etnografía

Clase: Datos básicos

Tipo: Historia

Comunidad autónoma: Principado de Asturias

Provincia: Asturias

Municipio: Onís

Parroquia: Benia de Onís

Entidad: Benia de Onís

Zona: Oriente de Asturias

Situación: Montaña de Asturias

Comarca: Comarca del Oriente de Asturias

Dirección: Benia de Onis

Código postal: 33556

Web del municipio: Onís

E-mail: Oficina de turismo

E-mail: Ayuntamiento de Onís

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